En el Colegio San Francisco Javier, nuestra educadora Lucía González se incorporó al colegio el año 2000, como secretaria de Pastoral, responsabilidad que tuvo durante 22 años y por medio de la cual pudo conocer la Espiritualidad Ignaciana y la motivación por colaborar en distintas experiencias formativas que viven nuestros estudiantes. Actualmente, se desempeña en el área de Espacio y Actividades coordinando el uso de todas las dependencias del colegio. En total son 24 años trabajando en el San Javier, 11 años en el colegio antiguo y 13 años en las instalaciones nuevas de Pelluco Alto.  En todos estos años de servicio he tenido la oportunidad de vincularse con alumnos y alumnas que le permitieron conocer el fruto de nuestra actividad como educadores y comprender la visión que como proyecto educativo. Aquí compartimos su testimonio.

¿Qué es lo que más destacas de tu experiencia en el Colegio San Francisco Javier?

Por un lado, la riqueza que nos acompaña hasta el día de hoy: la vida comunitaria sostenida en la fe, la cual  la vi y sigo viendo en los encuentros que tenemos como funcionarios por ejemplo los retiros de Semana Santa. En cada una de estas instancias dialogamos entorno a lo vivido dentro del colegio, junto con las experiencias de vida de cada uno.  Ese compartir es el amor encarnado en el Evangelio de Cristo, ya que es el paso de Dios por nuestras vidas. En este sentido destaco la experiencia de los Ejercicios Espirituales que marcan el sentido y la dirección de nuestro modo de proceder.

Me gusta del colegio que en general, prevalece el ánimo de todos de querer una comunidad unida, alegre, esperanzada y deseosa de hacer grandes cosas al servicio del mundo. Esto último guarda directa relación con lo que nos invita a experimentar el proyecto educativo y, ojo, no solo a los estudiantes, sino que a todos los integrantes de la comunidad educativa.  Nuestro proyecto educativo nos invita al servicio, desde donde contribuye cada uno como trabajador, hasta en el trato que tenemos como compañeros diariamente al saludarnos en los pasillos.

Por otro lado, destaco su legado y patrimonio vivo de 165 años. Todo lo que somos como colegio se lo debemos a aquellas generaciones de estudiantes egresados y sus formadores que han pasado por el colegio. En este sentido veo importante resaltar el foco en las personas, lo viví en el colegio antiguo y ahora. Cuando nos relacionamos con nuestros estudiantes y entre nosotros mismo como trabajadores, no nos estamos relacionando con una personal individual, sino que detrás de cada persona hay una historia, una familia, expectativas, necesidades y sueños.  Esta visión humana se encarna en el modo de Jesús que nos invita a ver al otro como hermano. Todos nos colaboramos en virtud de la misión que tiene el colegio.

¿Cuáles desafíos ves para el futuro de nuestra comunidad educativa?

Siento que tenemos que seguir poniendo nuestros esfuerzos por el cuidado de la Casa Común. Junto con la reciente certificación ambiental, tenemos el privilegio de estar en un edificio que parte de su funcionamiento contempla fuentes de energía sustentables y renovables, ofreciendo a nuestros alumnos y alumnas lo mejor para su aprendizaje y formación. Como educadores podemos impulsar esa visión de futuro que nos pide nuestro mundo explotado en sus recursos naturales y con falta de conciencia respecto a cómo estamos conviviendo y compartiendo en el entorno que comprende la Creación misma de Dios. 

En términos formativo, veo la necesidad de seguir reforzando el sentido de pertenencia al colegio y de comunidad por medios concretos que nos dispone la Espiritualidad Ignaciana como por ejemplo la experiencia de los Ejercicios Espirituales. Desde mi propia experiencia viviéndolos y acompañando posteriormente a estudiantes de media en este espacio formativo, considero que es una riqueza que debemos aprovechar más con el objetivo de seguir haciendo parte a este modo de vivir la fe en comunidad y en diálogo permanente con nuestro entorno.

En esta misma línea valoro mucho también lo que CVX ha contribuido en la formación de jóvenes. Siento que la propuesta formativa de la CVX, en su origen, nos entrega respuestas para atender a nuestra misión educativa: Hombres y mujeres que contribuyan en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

Finalmente, veo importante mirar el origen y el legado de nuestro colegio que se ha enriquecido con la colaboración permanente con la Compañía de Jesús y su vinculación constante con nuestro territorio. Veo como desafío el que sigamos transmitiendo un colegio que está al servicio de nuestro entorno y no necesariamente en “las fronteras”, sino que acá mismo en el sector de Pelluco donde se encuentra instalado. La necesidad de promover la justicia sigue latente y este colegio tiene experiencia de sobra para poder contribuir en esa línea. Nuestros estudiantes son capaces de hacer grandes cambios y con el apoyo nuestro y de sus familias podemos seguir profundizando ese camino de más de 165 años. No olvidemos el origen y el legado de nuestra identidad sanjavierina. Tenemos mucho para recoger de lo ya vivido para seguir sembrando en nuevas generaciones de hombres y mujeres que seguirán egresando de nuestro colegio.